NO DEJAR QUE SE APAGUE EL FUEGO (MIRIAM TOWES)
Tras leer Ellas hablan —que no me gustó nada— dudé en adentrarme en No dejar que se apague el fuego de Miriam Towes y lo cierto es que me ha gustado mucho. ¡Al lío!
"Mamá estaba hecha polvísimo. Yo me senté a su lado en las escaleras. Tenía los ojos cerrados. Le pregunté si era posible vivir sin corazón, si era posible dejarlo en alguna parte y daba igual".
Toews hace acopio de una narrativa única a la que inicialmente cuesta sacarle miga, es por ello que la primera parte del libro me sentí muy perdida y estuve tentada de abandonarlo. Pero en la segunda parte la autora empieza a hurgar en los entresijos del alma de manera unilateral, poniendo al lector en un prisma más cómodo, entendiendo al personaje (no por ello compartiendo usos y costumbres). Para mí este libro tiene mucha carga emocional, y me resulta de género indefinido; es un híbrido entre lo intimista, lo tragicómico, lo distópico y la memoria familiar. Si algo tiene Toews es que o la odias o la adoras, sin medias tintas.
"Tengo vídeos de la abuela en el móvil. En uno le pregunto qué pasará con su cuerpo cuando muera. Aaaaah, ¡mi cuerpo!, dice. Mi cuerpo se convertirá en energía que iluminará tu camino" .
Me ha enamorado Swiv, su inteligencia emocional a pesar de su edad; me he reído infinidad con Elvira, extenuante y loquísima; he alucinado con la madre de Swiv, con sus cambios de humor inherentes al embarazo y me ha entristecido su pasado. Las tres comprenden la estructura familiar como un pilar, tenga la forma que tenga. Y Garby, quien nace en una familia atípica y férrea.
" Cuando se pone a roncar, a veces me fumo un Marlie del paquete que mi madre tiene guardado en el cajón de arriba de la cómoda, para el puñetero día de gloria en que no esté preñada de Garby y no está tan hecha polvísimo. Me salgo a la puerta de atrás y le doy un par de caladas y miro al cielo. O tiro pinzas a un cubo e intento meterlos dentro. Si fallo es que no vas a volver. Si las meto todas es que vuelves ".
En definitiva, una novela familiar donde el peso de la narrativa radica en las emociones; es, al mismo tiempo, la definición del lazo carnal más puro.