27 de enero de 2021

" EL DUELO ES ESA COSA CON ALAS " (Max Porter)

Dolor, amor, vida, son algunos de los términos que en "El duelo es esa cosa con alas" nos atraen ya desde la portada de este ejemplar. Editado con :Rata_ , hoy os hablo de esta obra tan particular de Max Porter.




De manera fabulada, el autor nos presenta a "El Cuervo", que es el duelo en sí mismo de una familia rota por el dolor. No hay nombres, no se citan tampoco lugares; son prescindibles e innecesarios. Hay tres voces: Papá, Niños y CuervoPapá se halla en el momento más candente de su dolor tras la muerte de su mujer, al mismo tiempo que escribe sobre Ted Hughes, y es que este escritor es un enamorado de la obra de Sylvia Plath y Hughes, entre otros. Niños viven su propio infierno tras la muerte de su mamá, a la que extrañan cada día y cada noche. Cuervo se cuela por una rendija e irrumpe en su vida, arrasándolo todo, instalándose en la familia y aturdiendo a Papá y Niños. 

La echo tanto en falta que su ausencia es un príncipe dorado de tamaño colosal, una sala de conciertos, un millar de árboles, un lago, nueve mil autobuses, un millón de coches, veinte millones de aves y más. La ciudad al completo es mi añoranza de ella.

El duelo es esa cosa con alas es una visión particular sobre la ausencia, inspirada en el fallecimiento del padre del autor, Max Porter. También es una carta de amor a su hermano. Porter es además editor y con este primer libro ganó El Premio Dylan Thomas. Este librazo es original y tremendamente imaginativo, una vuelta de tuerca al estilo narrativo habitual. La magia radica en los mensajes ocultos y la miga en los silencios, porque no es fácil hablar del dolor y de la muerte, y salir airoso, sin resultar repetitivo.

La posibilidad de seguir adelante con nuestras vidas, por lo menos en términos teóricos, es una estupidez, porque cualquier persona con un mínimo de sensibilidad sabe que el luto es un proyecto a largo plazo. Y me niego a apresurarlo. El dolor que al que se nos ha sometido impediría reducir el paso a cualquiera lo mismo que avanzar con mayor rapidez o recomponerse siquiera.

Este libro es la definición de un dolor indescriptible. Es la dualidad de la vida: luz y oscuridad. Es muerte. Esta  lectura no es una mirada a una tierna y bella mariposa sino una bajada al infierno, un paso hacia un cuervo  duelo desgarrador.

La traducción es de Milo Krmpotic, redactor jefe de Librújula y también novelista. No hay partes remarcadas en esta obra, pero cabe señalar un prólogo que ya es de por sí fascinante, de mano de Jesús Carrasco y, como extra, al final de la obra se agrega una entrevista al autor. El resultado de esta novela es un gran trabajo de equipo.




En definitiva, un libro en tono de cuento (oscuro) con una temática muy dura, expuesto de manera sublime, pero que tampoco puedo recomendar a la ligera.

22 de enero de 2021

" LEALTAD " (Letizia Pezzali)

"Lealtad" es la primera obra de la autora italiana Letizia Pezzali, traducida a castellano y publicada por Alfaguara. Hoy os traigo mis reflexiones sobre este título.



Giulia trabaja en Londres en el mundo de las finanzas. Podríamos definirla como una mujer calculadora, eficiente y estricta en lo laboral, mientras que el resto de facetas de su vida están dirigidas por el caos. Años atrás tuvo una relación sentimental con Michele, un hombre casado, bastantes años mayor que ella. Aquella historia que tanto le obsesionó hubo de terminar y ahora, vuelven a  reencontrarse . Pezzali nos hace un análisis exhaustivo viajando a saltos al pasado y extrayendo el néctar de lo que fue su relación y los motivos que hicieron que no funcionara. ¿Qué sucederá ahora que se ha reencontrado con este antiguo amor? ¿Es cierto aquello de que donde hubo fuego siempre quedarán cenizas?

Hallarse inmerso en una relación es como ser al mismo tiempo prisionero y guardián. En calidad de prisioneros, tenemos dos posibilidades. La primera es volvernos locos, gritar, intentar escapar y condenarnos a acabar mal. La segunda es tratar de entender qué se nos está pidiendo, qué se pretende de nosotros, siempre que se pretenda algo. 

Desde que Giulia dejara su Italia natal, apenas se relaciona con nadie. El único vínculo afectivo que parece tener es Seamus, un compañero de trabajo de la city,  con quien tiene una confianza especial, la única persona con quien puede ser ella misma, y ojo, porque que aunque este personaje parece mantenerse en un segundo plano, tiene un peso muy importante también en la novela.

No quiero desvelar mucho más de este libro, que sin un ritmo narrativo frenético, y a pesar de su sencillez en la trama y de su lenguaje fluido, resulta entretenido.  El planteamiento es reflexivo, ya que se expone de forma clara un balance de la relación personal entre Giulia y Seamus, que bien podría aplicarse en realidad a cualquier relación; y de la relación con Michele,  donde la lealtad en muchos casos termina por convertirse en adicción, en obsesión, siendo lo más remarcable que hay que ser leal y fiel, pero con uno mismo.

La lealtad a veces muestra las nervaduras del apego y de la excesiva devoción.

En resumen, un libro que aunque no defrauda tampoco entusiasma, y donde lo más reseñable es el perfil obstinado y persuasivo de la protagonista principal, característica que dejando al margen, únicamente nos dejaría a alguien un tanto anodino, del que poder aprender.

Nadie nos hace enfurecer tanto como las personas que amamos. Pensé que abandonarse al dolor, especialmente al dolor sin sentido, deja cicatrices incluso a años vista. Entrenarse para soportar el dolor, en cambio, fortalece. En este caso la experiencia deja una especie de tejido muscular, pero es una traza efímera; si nos detenemos, los músculos desaparecen.



19 de enero de 2021

" CASAS VACÍAS " (Brenda Navarro)



Hay sinopsis que atraen desde el momento de la publicación; maternidad, desaparición hijo, secuestro... Bastaron estos tres términos para decidir que quería leer "Casas Vacías" de la mexicana Brenda Navarro, editado por Sexto Piso. Sigo entonces mi protocolo, que es leer la primera página, y si me convence, ¡a la saca! Creo que no tiene desperdicio alguno:

Daniel desapareció tres meses, dos días, ocho horas después de su cumpleaños. Tenía tres años. Era mi hijo. La última vez que lo vi estaba entre el subibaja y la resbaladilla del parque al que lo llevaba por las tardes. No recuerdo más. O sí; estaba triste porque Vladimir me avisaba que se iba porque no quería abaratar todo. Abaratar todo, como cuando algo que vale mucho se vende por dos pesos. Ésa era yo cuando perdí a mi hijo, la que de vez en cuando, entre un conjunto de semanas y otro, se despedía de un amante esquivo que le ofrecía gangas sexuales como si fueran regalos porque él necesitaba aligerar su marcha. La compradora estafada. La estafa de madre. La que no vio. 


Por norma general, partimos de la perspectiva de la maternidad siempre desde la felicidad, pero no para todas las madres sucede así. En ocasiones, también la maternidad real es la que proviene de la tristeza, de las sombras, de la más asboluta oscuridad. Esto es lo que vive nuestra primera protagonista, mamá de Daniel, un niño autista que desaparece en el parque donde estaba jugando. La apatía y la culpabilidad se instala en esta madre desangelada que converge con la ausencia de su hijo, con el vacío absoluto, con el desgarro provocado por la incertidumbre de no saber dónde se halla ese ser que es su vida, que además no habla ni sabe ir al cuarto de baño sólo. Se martiriza con cuestiones que no puede resolver, por qué no estuvo pendiente de él en todo momento, qué sucedió, dónde estará.... Se aísla en su hogar y vuelca su frustración en Fran, el padre de Daniel; en Nagore, su hija, especialmente desde el odio más profundo y monstruoso que crece en su interior; y en Vladimir, un hombre que la lleva de cabeza. El cocktail de todo ello sumado a la más franca desesperación convierte a esta mujer en una bomba de relojería. La ira y la melancolía se dan de la mano constantemente.

Todos, todos incluidos, parloteaban y se oían a sí mismos mientras nosotras mirábamos confundidas e impávidas, porque eso era lo que había que hacer: ser las casas vacías para albergar la vida o la muerte, pero al fin y al cabo, vacías. 

 

Entonces la autora nos presenta a Nel, aquella otra mujer, obsesionada con ser madre sin llegar a conseguir tener un hijo propio en brazos, que sufre una relación tóxica y agresiva con Rafael en la que ambos se consienten todo; uno por tener sexo a demanda, otra por quedarse embarazada. Su hermano desapareció, de su padre no tiene noticias, y con su madre se mueve en una base de odio, ni siquiera respeto. De esta base de soledad e inestabilidad psíquica,  del desequilibrio máximo,  surge el momento en que se enamora de Leonel a primera vista, un niño precioso, y comienza a seguir a su madre, a determinar los horarios en que acuden al parque, y un día, se lo lleva para cuidarlo como propio.



Navarro perfila con pluma certera a cada uno de los personajes, los expone en esta novela intimista cargada de tintes distópicos en que el lector sufre y cuestiona las decisiones y acciones de ambas madres. Ambas historias, que se suceden en México y España, y sus protagonistas me han satisfecho totalmente, aunque una me ha convencido menos que otra.  Quizá sea que a nivel narrativo ha habido una parte que me ha saturado, aunque el balance general es positivo. Me ha faltado más de Nagore, o me hubiese encantado descubrir más de este personaje que permanece en segundo plano y tiene tantísimo que aportar.

En resumen, y exceptuando estas puntualizaciones, el relato es fiel tanto a su crudeza como al amor incondicional  que se instala en una mujer desde el mismo momento en que se convierte en madre.


¿Qué es un hogar y de qué se conforma? ¿En dónde empezamos a ser padres e hijos? (...) ¿En dónde empieza el hogar y qué lo conforma?