"LA ESCALA DE LOS MAPAS" (Belén Gopegui)
buscandomiequilibrio
febrero 07, 2019
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Imagina que paseas por las casetas del Día del Libro de tu ciudad buscando un título concreto y en un acto de serendipia te cruzas con uno que alerta tus sentidos. Esto es lo que hizo que "La escala de los mapas" de Belén Gopegui, publicada por Literatura Random House, viniese directa a mi estantería. Intentaré compartir mis impresiones.
En primer lugar, no me equivoco si digo que esta es la reseña más díficil que me está resultando plantear, porque quiero contar tanto sin casi deciros nada, que no sé por dónde cogerla. Indicaré de antemano que es una novela rara, sí, es muy peculiar y muy particular, por lo que los adictos al bestseller y poco arriesgados literariamente pueden parar de leer aquí. "La escala de los mapas" es la ópera prima de Gopegui; publicada inicialmente con Anagrama en 1993, con ella consiguió muchos premios. El año pasado, cumpliendo con su 25º Aniversario, Random House lo reedita, y aquí es donde yo siento un flechazo y me dejo embaucar.
Comenzamos con Sergio Prim, un geográfo que un día se topa con Brezo Varela, la mujer de la que se enamoró años atrás (sin ser correspondido). Es entonces cuando ella le coge del brazo y se ilusiona, surgiendo un "algo" entre ellos que hace que Sergio se sienta en una realidad a la que no está acostumbrado y entre en pánico; el temor surge ahora por creerse ante la responsabilidad de que una persona lo ame, y su máxima obsesión sea encontrar un hueco donde aislarse y poder poner sus cosas en orden, y valorar las escalas de cada persona. ¿Logra salvar la relación con Brezo?
" Busqué un hueco. Lo encontré en la tela del abrigo de mi compañero de asiento. Y durante el resto del viaje moré allí. Mirar, morar. Como ve, una simple vocal puede trastocar la vida de un hombre."
Con una prosa muy inteligente, poética y envolvente, la madrileña va tejiendo la trama de una manera magistral. No hay subtramas, no hay escapatoria, no hay más en lo que centrarse a excepción de la pareja y la metáfora en su máximo esplendor. El hueco, el hueco, el hueco. Es asombroso lo delirante y casi patológico que resulta Prim en torno a ese hueco, tan necesario para él. Y más curioso es que una novela de doscientas páginas con una narrativa tan auténtica y original como esta, llegue a marear, a hastiar, a resultar excesiva, a dejar al lector completamente derrotado psicológicamente. He sido incapaz de leerla del tirón; al contrario, he tenido que hacerlo muy a poquitos y entremezclando con otras lecturas, porque casi me estaba obsesionando a mí, y esto es un arte del que muy pocos escritores pueden alardear.
" Los mapas de los hombres son los libros. A ninguna lectura le es ajeno el acto paradójico de estar tocando un mapa con la yema del índice y razonar cual si estuviéramos atravesando Francia. Pasar por el capítulo de un libro como quien baja una montaña o sube al circo de un glaciar por las curvas de nivel. Brezo, yo ando por los mapas, yo llevo conmigo el plano de Madrid, igual que un turista, porque tengo fe en los mapas. Ellos establecen una relación distinta entre nosotros y el mundo. Lo mismo hacen los libros."
Como decía, se me ocurren muy poquitas personas a las que recomendar este título, y me ha transmitido muchísimo más de lo que cuento, pero si hay alguien que quiera animarse, le empujo a que descubra esta joya de la literatura española.