"CARTAS DESDE TASMANIA" (Anna Romer)

"Cartas desde Tasmania" es la segunda novela de Anna Romer; la primera, "Una casa en Thornwood", editada también bajo el sello de Suma de letras, no la he leído (de momento).

Hablamos de secretos familiares, un tema que realmente me hace disfrutar. En esta historia tenemos dos épocas temporales distintas, dos lugares, dos personas...

Por un lado, Ruby, una chica de unos treinta años que perdió a su hermana Jamie, cuando aún eran niñas, pero de lo que no recuerda nada, a pesar de haber ocurrido todo delante suyo; un pasado bloqueado debido a ese shock post-traumático. Todo indica que las dos únicas personas presentes en el fallecimiento de su hermana eran Jamie y ella. Esto le atormentará en el presente. A su vez tiene una casi inexistente relación con su madre ya que no puede evitar culparla por lo que pasó. También perdió a su padre... Tiene una relación sentimental con Rob, un hombre apuesto y atractivo con el que lleva saliendo tres años, para ella y visto desde la perspectiva de sus compejos estéticos, es un semi-dios (tipo Adonis). En resumen, un pasado no definido  que frena su felicidad actual, viviendo en un estado de apatía en el que sus dudas y temores sean los que marquen su día a día.

Un día en una exposición artística de su madre, -acudiendo más por compromiso que otra cosa-, se encontrará con Esther, una mujer mayor a la que de primeras no reconoce, hasta que cae en la cuenta de que es "la abuela H", una señora que le leía cuentos desde pequeña cuando iban a Lyrebird, la casa de verano. Esta ancianita le instará a que vaya a visitarla para que intente recordar....

Por otro lado, tenemos a Brenna, una mujer de fuerte personalidad, que vive con su padre Michael y su hermano Owen, sintiendo la ausencia de su madre, casi a diario. Culta y educada, y a su vez con espíritu salvaje y libre, se irá educando entre la educación y el saber estar de su casa, y las tradiciones  del poblado de la tribu cercana, entre la que destacará Mimi, una mujer que intentará guiarla en su camino. Debido a una mala gestión de su padre, Brenna decidirá casarse con el señor Whitby, para intentar subsanar la pésima situación económica en la que se encuentra su familia. Una vez tomada la decisión y formalizado el compromiso, Brenna descubrirá un secreto enterrado durante años que le haga cambiar de parecer respecto a muchas cuestiones. Sin embargo, ya será tarde para echarse atrás, y contraerá matrimonio con Whitby, abandonando a su familia y trasladándose a Tasmania, donde irá descubriendo más cosas de las que será capaz de soportar, y un matrimonio que no es el que ella esperaba.

A lo largo de unas quinientas páginas iremos viendo cómo las historias se irán mezclando, hasta que gracias a unas cartas escritas en Tasmania, vayamos tejiendo los hilos y descubramos el punto de unión entre ellas. Gracias a Esther, a las cartas, y a un antiguo amigo (Pete, "el Lobo") Ruby volverá a rememorar el pasado, sorprendida por ver que es muy diferente de la idea que su mente forjó años atrás. 

Comenzamos con una lectura sencilla, ágil, y adictiva, de esas que casi sin darte cuenta se te ha enfriado la infusión y no puedes parar de leer, no a un ritmo vertiginoso, pero sí constante. Desde el principio te vas involucrando con la trama y quieres continuar... hasta la mitad del libro, aproximadamente. Para mi gusto aquí aparece la señal de "Stop" y te das de frente con unos cuantos capítulos bastante aburridos. Reconozco que me dio tanta rabia que estuve tentada de abandonar la lectura, porque perdió parte de esa magia, la de entretenerme, pero como soy muy testaruda quise continuar. No me arrepiento, poco después vuelve a la carga, concluyendo con un final sorprendente. 

Me gusta el misterio familiar, más si cabe narrado desde dos historias parelelas. Me gusta ponerme la capa de Sherlock e intentar adivinar lo que pasará, pero lo que más me satisface es no acertar; equivocarme significa que ha habido sorpresa en la lectura. Puntualizo que algunas escenas de la novela me han parecido super predecibles, pero que el final no lo fuera mejoró el sabor de boca que me estaba dejando el libro.

Con Brenna he sufrido, no hasta el punto de emocionarme, pero me metí en su piel y sentí su dolor; el de un padre que no le contó lo que debía, el de un marido que aparentó ser lo que no fue, y gracias a Dios, una amistad de verdad, y un amor de los que arañan el alma, y muchos recuerdos que paladear.

Pero con quien realmente he simpatizado ha sido con Ruby, con el peso de una familia hecha añicos, con la relación con su madre sin un ápice de sentimiento, sino reproches, culpas y remordimientos; habiendo perdido a su única hermana, a su padre, y para más inri, compartiendo su vida con una pareja en la que no termina de confiar. Sin embargo, que  la vida (o el karma) le premie por haber vivido tan duramente es un riachuelo en un oasis, y esto me ha hecho estremecer. 

Dos verdaderas supervivientes....

Finalmente y valorando la lectura en conjunto no puedo otorgarle más que un aprobado raspado, o un sencillo "Entretenido", porque a pesar de que las dos historias se tejen y resuelven favorablemente, esa parte que me aburrió hace que baje la media. Lo recomiendo para las personas que les gusten este tipo de argumentos pero que sepan emocionarse un poco más que yo.