Cuando la razón se esconde...

Hay momentos a lo largo de la vida en la que sentimos tal presión que estamos a punto de estallar. La rutina de trabajo, la casa, la familia, la pareja, los amigos.... Queremos ser superheroínas, o superhéroes, o como yo lo denomino Personas Pulpo, para poder hacer una cosa con cada tentáculo.

 El estrés nos absorve....  Y aún así, muchas veces cuesta decir NO, como si estuviésemos programados contra la negación. Es contradictorio, porque La olla se va llenando de tantos SI, SI, SI, que terminamos haciendo BOOM.

 Un nudo en el pecho se anuda de tal forma que no nos permite respirar, cuando es lo indispensable. Y es ahí cuando te das cuenta de que tienes que frenar.

Y en ese momento, en el que crees que no hay salida, una mirada cómplice o unas palabras de apoyo te hacen volver a poner los pies en el suelo y darte cuenta de que cuando hay algo que no te llena, lo mejor es expulsarlo y enviarlo muy lejos.

Por eso es necesario pararse a pensar, a respirar y a decidir qué es lo que necesitamos eliminar o cambiar.

La vida se resume en un puñado de momentos, buenos o malos, que tenemos que pasar. Pero con esfuerzo y dedicación todo se supera, se consigue y se sigue adelante. Y si le sumas la suerte del buen entorno o del espacio adecuado, y las personas que lo forman, al final la barrera no es tan alta, la vida no es tan compleja y puede que nos la compliquemos nosotros mismos por miedos, dudas o temores.

Si somos seres racionales, ¿¿por qué a veces flaquea la razón?? ¿O es la capacidad de razonar la que se esconde?