22 de julio de 2015

Amistad interrumpida



Éramos muy amigos. Mamá siempre decía que era muy importante tener por lo menos un amigo. Y yo lo tenía. Se llamaba Luis, pero como era muy bajito, yo me metía con él y le llamaba Sito (de Luisito). Lo hacía para fastidiarle, porque era mi amigo, pero sé que no le molestaba. No como los otros niños del cole, que le empujaban o le ponían la zancadilla para que tropezara, y se reían de él. Le decían que era una chica.

Sito era un año más pequeño que yo. Íbamos a la misma clase. Las matemáticas se le daban muy mal, pero le gustaba mucho la gimnasia. Su mamá siempre le reñía y le decía:
- Luis, hijo, que de bailar no se come, pero de los números sí. Primero estudias y luego ensayas.

No lo entendí. ¿En su casa le hacían sopas de números? Mi mamá me ponía sopas de estrellitas, pero de números no. Pero para que no creyeran que era una tonta, no se lo pregunté a nadie.

Mamá me dijo que iba a apuntarme a clases de gimnasia rítmica. La verdad es que no me gustaba, yo prefería quedarme en el jardín leyendo "Alicia en el país de las maravillas", pero mamá pensaba distinto.

- Nuria, te he apuntado a clases de gimnasia rítmica. Martes y jueves después de salir del cole.
- Pero mamá, eso no me gusta. Prefiero quedarme aquí. (-como si tuviera alguna posibilidad...)
- Te he dicho que vas, y punto. Ya es hora de que empieces a hacer amigas, y no estar todo el día pegada a Luis, que es un raro.
- Sí, mamá. - contesté.

¿Por qué mi mamá decía que Luis era un raro? A él le gustaba la gimnasia, y a mí no. ¡Qué injusto!

Luis, por su parte, había dicho a su madre que quería apuntarse a gimnasia rítmica, con otras niñas y conmigo. Su madre le dijo que lo pensaría, que lo hablaría con su papá. Así que se fue a hacer los deberes de matemáticas super contento (aunque yo sé que las odiaba). Entonces oyó hablar a sus padres, muy fuerte.

- ¿Cómo va a ir el niño a gimnasia de esas? ¿Qué quieres? ¿Que se rían de él? ¿De nosotros? ¡¡¡Eso es de marica!!! -gritó.
- ¡No digas eso! Si quiere hacer gimnasia, que haga. Si quiere bailar, que baile. No seré yo quién se lo impida. - contestó su madre.

La semana siguiente estábamos los dos con los maillots puestos, muy nerviosos y con mucha vergüenza. Las otras niñas cuchicheaban entre ellas, pero a nosotros nos daba igual, porque estábamos los dos juntos. Eran unas tontas.

Yo me caía todo el rato. Llegaba a casa enfadada, con ganas de tirar el maillot por la ventana y que se lo comiera Flurri, mi perro. Pero a Sito cada día se le daba mejor, hacía unas volteretas que hasta la profesora se quedaba con la boca abierta, y le decía que lo hacía muy muy bien, que sería una estrella. Eso no me gustó, porque no sé cómo podría viajar al cielo a verle.

A final de curso, teníamos que hacer una demostración de lo que habíamos aprendido, de una en una. A mí me tocó la tercera. Me salió fatal. Se me enganchó la cinta en el pie y casi me caigo. Miré a mamá que estaba en la última fila con papá, y me sonrieron. Aunque tenía cara de llorar. ¿Le habría pasado algo? Me distraje pensándolo, cuando se acabó la canción. Me fui corriendo al vestuario. 

Siguieron saliendo el resto de las niñas, y el último era Sito. ¡Lo hizo de maravilla! Todo el mundo se levantó cuando terminó y le aplaudió, mucho rato. Había mucho ruido en la sala. Me di cuenta de que tenía cara de triste, y no entendía por qué. Miraba hacia la izquierda, donde estaban su mamá y su papá. Su mamá estaba de pie también llorando y aplaudiendo, pero su papá estaba sentado y se tapaba la frente con la mano. ¿Se habría muerto la abuela de Sito? Sería eso, su padre estaría triste. Luego se lo preguntaré -pensé.

Cuando salimos del teatro del colegio, fui corriendo hacia Sito, para darle un abrazo y felicitarle por lo bien que lo había hecho. Pero su papá se puso delante, me agarró de la muñeca y me dijo:

- Todo esto es por tu culpa. ¿Estás contenta, Nuria? Luis es una chicaza, como tú. Nos vamos a ir de aquí, donde no nos conozcan y Luis empezará en un colegio nuevo. Adiós.

No entendí nada. Sito y yo nos quedamos mirando, muy tristes. Su papá no nos dejó despedirnos.

Nunca nos volvimos a ver.


10 comentarios:

  1. Por desgracia, aun quedan padres como esos. Seguro que en algun momento de su vida Luis le demostrara a su padre de lo que es capaz de conseguir.

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    1. Seguro que sí. Con el paso de los años hay muchas cosas que cambian de perspectiva. O lo hacemos nosotros....

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  2. Una historia muy triste... me ha gustado porque realmente parece que sea una niña quien está explicando lo que le ha sucedido.
    Un beso!

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    1. Efectivamente, es la historia contada por Nuria. Correcto.
      Muchas gracias!!!!
      Un beso

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  3. Una historia preciosa y muy bien narrada. Transmite la tristeza de una manera muy inocente y auténtica.
    ¡Me ha encantado!

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    1. Mil gracias JC!!! Precisamente quizá sea eso, una inocencia también interrumpida.

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